Hilaire-Germain-Edgar Degas, conocido simplemente como Edgar Degas, nació en París el 19 de julio de 1834, en el seno de una familia burguesa. Aunque a menudo asociado con el Impresionismo, Degas prefería la denominación de "realista" o "independiente". Fue un maestro de la observación, dedicando su genio a capturar la vida parisina moderna con una agudeza psicológica y una originalidad compositiva inigualables. Sus temas recurrentes incluyeron las bailarinas de ballet, las carreras de caballos, las escenas de café y los retratos, todos ejecutados con una técnica magistral y una perspectiva innovadora.
De la Tradición Clásica a la Visión Moderna
Degas comenzó su formación artística de manera tradicional, estudiando en la École des Beaux-Arts en París en 1855, donde fue influenciado por la pintura académica y los maestros del Renacimiento, particularmente por Jean-Auguste-Dominique Ingres, de quien admiraba la pureza de la línea y la precisión del dibujo. Pasó varios años en Italia, copiando a los grandes maestros y perfeccionando su técnica de dibujo. Esta sólida base clásica le proporcionó la disciplina y el rigor necesarios para su enfoque innovador.
Sin embargo, a medida que el tiempo avanzaba, Degas se sintió cada vez más atraído por la vida contemporánea y el dinamismo de París. Se unió al círculo de artistas que más tarde serían conocidos como los Impresionistas, participando en siete de las ocho exposiciones impresionistas entre 1874 y 1886. Aunque compartía con ellos el interés por capturar la luz y el momento, su enfoque era más hacia la representación de la forma y el movimiento, a menudo en interiores, en contraste con el plein air de Monet o Renoir.
La Danza: Obsesión y Estudio del Movimiento
Las bailarinas de ballet se convirtieron en el tema central y más icónico de la obra de Degas. No le interesaba tanto el glamour del escenario como la realidad detrás de bambalinas: las bailarinas ensayando, estirándose, ajustándose sus tutús, o simplemente descansando. Degas se obsesionó con el estudio del movimiento y la anatomía humana en acción, buscando capturar la esencia del esfuerzo físico y la gracia espontánea.
Sus composiciones sobre ballet son famosas por sus ángulos inusuales, sus perspectivas elevadas o descendentes, y sus cortes abruptos que parecen fragmentos fotográficos. Obras como "La clase de ballet" (1874) o "El ensayo de ballet" (1877) ofrecen una mirada íntima y sin idealizaciones al mundo de la ópera. Utilizó una variedad de medios, incluyendo óleo, pastel, gouache y monocopia, siendo el pastel su favorito en sus últimos años por su inmediatez y riqueza de color. La textura aterciopelada y la luminosidad que lograba con el pastel son insuperables.
Otros Temas y la Vida Cotidiana Parisina
Además de las bailarinas, Degas exploró otros aspectos de la vida moderna. Fue un agudo observador de las carreras de caballos, capturando la tensión de los jinetes y la potencia de los animales en movimiento. Sus retratos son penetrantes estudios psicológicos, a menudo mostrando a los sujetos en poses naturales e informales, reflejando su personalidad más que una pose formal. "La absenta" (1876) es un ejemplo sombrío y poderoso de su capacidad para capturar la alienación en la vida urbana.
También representó escenas de mujeres lavándose o secándose, explorando la figura femenina en momentos de intimidad, sin idealización, sino con una franqueza casi voyerista. A medida que su vista comenzó a fallarle en sus últimos años, sus formas se volvieron más amplias, sus pinceladas más gruesas y sus colores más audaces, lo que le dio a sus obras tardías una fuerza expresiva única.
Un Carácter Complejo y un Legado Duradero
Edgar Degas fue una figura solitaria y compleja, conocido por su ingenio mordaz, su elitismo social y sus opiniones conservadoras. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, no buscó la aprobación del público a través de exposiciones individuales y mantuvo un control estricto sobre su obra. Fue un experimentador incansable con nuevas técnicas y materiales.
Falleció en París el 27 de septiembre de 1917. A pesar de su reclusión y su carácter difícil, su legado artístico es inmenso. Degas redefinió la representación de la figura humana en movimiento y la captura de la espontaneidad. Su influencia es visible en la fotografía, el cine y la escultura moderna, y su particular visión de la vida contemporánea sigue siendo tan fascinante y relevante hoy como lo fue en su propio tiempo. Fue el artista que nos enseñó a ver la belleza en lo efímero y la gracia en el esfuerzo cotidiano.